lunes, 29 de octubre de 2012

Había una vez demasiado poco

Había una vez demasiado amor y poca gente buena.
Había una vez demasiadas lágrimas y pocas risas.
Había una vez demasiadas guerras y pocas alegrías.
Había una vez demasiados actores y pocas pelis buenas.
Había una vez demasiados contables y pocos creativos.
Había una vez demasiadas pesadillas y pocos sueños.
Había una vez demasiada cabeza y poco corazón.
Había una vez demasiado dinero y poca solidaridad.
Había una vez demasiados agujeros negros y pocos bosques.
Había una vez demasiada tecnología y pocas cosas manuales (de las que tienen el valor de ser únicas)
Había una vez demasiada vida y poco tiempo libre.
Había una vez demasiada música y pocos oídos.
Había una vez demasiado facebook y pocos cafés con amigos.

Había una vez un mundo demasiado poco centrado en sus prioridades.

jueves, 27 de septiembre de 2012

La taza de té

La taza de té humeaba en mi escritorio. Ni el aroma a canela animaba mi estado de ánimo... Miraba aquella taza, tan sola, tan caliente, tan humeante... Ni el mejor sexo que acaba de tener hacía escasamente una hora había conseguido mejorar mi estado anímico... Esta sensación de soledad y miedo me había invadido y calado bien los huesos. De pronto mis pensamientos se congelaron en seco, el ruido de la sirenas desde la calle me entumeció por completo... Una sensación de pánico, remordimiento y a la vez de calma. Ay Arturo... te echo de menos... No tenía que haberte matado.

miércoles, 27 de junio de 2012

Mientras yo sienta...


A veces te extraño, noto tu ausencia, siento tu vacío y mi desolación es inmensa. A veces siento que ya no vuelves, siento que ya no existes, a veces siento que te has ido. Pero otras veces, siento tu fuerza, siento tu presencia en mi casa, siento tu alegría en mi corazón, siento tu consuelo en mis entrañas y siento que me cuidas desde allá arriba. Me quedo con las veces en que te siento, cerca o lejos, aquí o allí… mientras yo siga sintiendo tú seguirás vivo aquí.

miércoles, 20 de junio de 2012

La abuela


Cuando su nieta abrió su corazón y la rodeó con el abrazo más sincero de que fue capaz, la abuela cerró los ojos llevándose consigo el recuerdo de algunos finales, que si son felices. 

viernes, 18 de mayo de 2012

SOPA CALIENTE


Cenaban en la exquisita mesa del salón de invitados. La lámpara de araña del siglo XIII brillaba envolviendo la escena de una luz nunca vista antes en la oscura e inquieta mansión de los Foster. El mayordomo observó atento como Lord Henry levantaba su mano izquierda indicándole que se acercara a servirle más consomé. La  invitada de honor y su marido, los Duques de Wellington, agradecían aquel caldo caliente que les reconfortaba los gélidos huesos como consecuencia del temporal y las lluvias. A pesar de todos los chismorreos que se escuchaban sobre los Foster, ellos se sentían bastante a gusto aquella noche cenando en su salón. Margarita Wellington se sentía satisfecha de haber aceptado la invitación de los duques.
Cuando el mayordomo se disponía a servir el último cucharón de consomé a Lord Henry la maravillosa lámpara de araña se descolgó del alto techo cayéndose encima del mayordomo, que se desplomó en el suelo desencadenando una gran mancha roja en la exquisita moqueta.
Los duques de Wellington aterrados miraban la escena con los ojos fuera de las órbitas, mientras Lord Henry y su esposa, sin inmutarse, seguían saboreando impasibles la deliciosa sopa caliente.

martes, 24 de abril de 2012

LA CÓMODA DEL SALÓN

La cómoda del salón abarcaba un espacio que en ese momento se me antojaba enorme. El salón parecía un inmenso desierto de ilusiones perdidas y emociones encontradas… Un océano de dudas e incertidumbre se asentaba en mi vida como si alguien lo hubiese invitado… La casa sin él era fría, era grande, era fea… estaba tan vacía… Y la cómoda del salón era tan enorme… Y recordé en ese momento todo lo que insistí para comprarla ¡Era tan bonita!. Quería que cupiesen todas las copas que no llegué a comprar, las vajillas para todos los invitados que no llegaron y los tazones de porcelana para la sopa que nunca hice…

Curioso que ahora todo lo que quedaba en mi vida, era una tristeza profunda, una necesidad imperiosa de salir adelante y una gran cómoda en el salón llena de nada.

martes, 17 de abril de 2012

Tristezas

La pérdida era tan triste y la angustia tan intensa, que hasta el frío que calaba mis huesos me recordaba que ahora estaba sola.

Y en mi cabeza, sólo un pensamiento… ¿y ahora qué?...

martes, 10 de abril de 2012

Improvisaciones...

Ni la vida, ni el amor, ni el desafío. Ni lo bueno, ni la angustia, ni el valor. Ni las horas que se pasan, ni los minutos que vuelan, ni soy yo. Ni el polen, ni la lluvia, ni este aire, ni las hojas que se caen del roble aquel. Ni las nubes que circulan tan a prisa, ni las lágrimas que a veces no se ven. Ni las risas, ni los otros,ni los míos, ni las ganas que me afloran por vivir, es sólo cuando te siento tan cerca, cuando me siento feliz.

martes, 3 de abril de 2012

“Treinta y ocho minutos"

Pensé en mi fascinante vida, en la suerte que había tenido por alcanzar mis metas y cumplir mis sueños. Me vi allí, con el vestido de gala púrpura y la pedrería en el escote, objetivo de todas las miradas, agradeciendo el premio, reconocimiento a toda mi carrera… había llegado mi momento… feliz…

Y la voz que anunciaba mi parada me despertó de mi sueño. Las siete y cuarentaicinco, hora de empezar a trabajar.

Qué maravilloso mundo el de aquel tren, que cada día me deja soñar con mi futuro durante exactamente treinta y ocho minutos.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Una pequeña carta

Querida Marisa:

En respuesta al e-mail que me envías a través de tu abogado, contesto a continuación a tu petición del reparto de nuestras cosas. Quédatelo todo, no quiero nada. Bueno si, si no te importa me gustaría quedarme algunas cosas que paso a detallarte:

Puedes quedarte el coche, la moto y las dos bicicletas de competición. La colección de libros que hicimos juntos, la televisión de plasma, el equipo de música y el sofá.

A cambio, me gustaría quedarme con el recuerdo de tu risa mientras cocinabas, el olor de tu pelo cuando caías dormida a mi lado. Me quedo con los nervios que sentí la primera vez que dormimos juntos, con nuestras miradas cuando escuchábamos cantar a tu padre, con el vello de punta cada vez que hacíamos el amor. Con las risas con los amigos, con nuestros juegos cómplices los domingos, con la felicidad de simplemente estar juntos. Todo lo demás, si lo quieres, es tuyo.

Atentamente, Alfredo.

martes, 27 de marzo de 2012

A LA OSCURIDAD


Gracias. Por no desvelar que anoche lloré sin motivo. Porque me viste hundirme entre mis pensamientos tantas y tantas veces. Gracias porque estuviste presente en mis caricias prohibidas, por ayudarme a querer sin complejos. Porque fuiste la mayor cómplice de la primera cita. Porque estuviste conmigo en tantas lágrimas... Me sigues acompañando a pesar de que los años no pasan en balde. Gracias porque sigues a mi lado cada día a pesar de que a veces, no me siento tan guapa. Me vigilas, me acompañas, me duermes, me embriagas, me seduces, me invitas cada noche a estar contigo. Gracias por ser mi amante más fiel. Gracias por estar en todos esos momentos, pero sobre todo gracias por existir, pues sin ti, ninguno de mis sueños habría sido posible.

viernes, 23 de marzo de 2012

En memoria de mi Hermano Quique, que me acompaña cada día

Tú que naciste distinto
Tú que viniste a la vida
Sin saber, sin ese instinto
Sin ver y sin más conflicto
Que una risa comedida
Tú sin poder expresarte
Y ni imaginar siquiera
Tú que siempre aguantaste
Que siempre fuiste adelante
Y tu vida, lección fuera
Tú que le diste sentido
A este mundo tan distante
Que no escucha más que ruido
Que no tiene más testigo
Que la voz de un caminante
Tú mi querido hermano
Que ya no vives conmigo
Cógeme aún de la mano
Para saber que estás sano
Y sentirte como vivo

jueves, 22 de marzo de 2012

El Taxista

Me subí en aquel taxi con las lágrimas brotando de mis ojos sin poder hacer nada por contenerlas. Sin poder retener la tristeza un instante que me permitiera decirle al taxista que ni siquiera sabía cual era mi destino. No dijo nada, no puso el taxímetro en marcha, simplemente metió primera y salió despacio, por la Gran Vía madrileña, como si nada más importara que pasear en aquel taxi con aquel hombre. Mis ojos vidriosos no podían distinguir los rasgos que se me antojaban tan varoniles en aquel rostro desconocido. Me sumí en una profunda calma en aquel asiento trasero que parecía transportarme a un sosiego inesperado. No sabía a dónde iba pero daba igual.
Me imaginé que aquel hombre no era un desconocido, si no Javier. Volví a mi mundo de fantasía que tantas veces me acompaña cuando estoy perdida, soñando que no era más que Javier… Y cuando estaba ensimismada en mis ensoñaciones, paró el coche y dijo: “Ya hemos llegado señorita”.
Desde entonces, cada día, espero sin lágrimas en los ojos a que aquel taxista de rasgos varoniles, me rescate y me permita esta vez, preguntarle su nombre.

miércoles, 21 de marzo de 2012

1º Premio del 8ºConcurso de Cartas de Amor - Aller (Asturias)

Querido:

Quizá esto te resulte ya en vano, quizá no quieras ni leer estas líneas, quizá ya has dejado de quererme… No pretendo mandarte estos papeles manchados de excusas débiles y confusas, ni tampoco pretendo hacer que me perdones, sencillamente, después de este tiempo, quiero explicártelo.

Sé que piensas que nunca estuve desatendida por tu parte, y en cierta manera, no lo estuve, no era desatención, pero estaba tan falta de detalles, de mimos, de sorpresas… de sensaciones. La pasión que brotó en nuestros primeros años, y la magia que se había formado con el tiempo alrededor del hogar, ahora, sinceramente, se estaban desvaneciendo tan poco a poco, tan sutilmente, que ni siquiera te diste cuenta de que nuestra historia se había convertido en un sumidero de pasiones.

Y durante mucho tiempo, me sentí tu sombra, me sentí el segundo plano de tu vida, e incluso, de la mía. Era como sobrellevar una vida que pasaba ante mí gélida, lenta y desesperadamente vacía. Pero tú tenías tantas y tantas cosas a las que dedicarles tu tiempo, que conseguiste no verme, no preguntarme, no darte cuenta, de que yo me envolvía cada día en la manta de soledad que tú me regalaste.

Y difícilmente y tras haber perdido toda esperanza de volver a confiar en ese sentimiento, volví a enamorarme. No había sentido nunca el deseo de volver a compartir los momentos más íntimos de mi existencia con otra persona, no quería volver a sufrir por otra historia con un mismo final, no sentía necesidad de ningún tipo por ocultarme bajo la comprensión y el deseo de un hombre, pero a pesar de ello tuve que hacerlo, tuve que enamorarme. Tuve que hacerlo sin remedio y sin reservas, tuve que entregarme a él en cuerpo y alma, porque había conseguido hacerme sentir lo que ni siquiera tú habías logrado, porque él había conseguido hacerme disfrutar como ningún hombre lo había hecho hasta entonces, porque recuperé la confianza en mí misma que daba por perdida desde años atrás, porque con él podía ser lo que quisiera, porque él no sólo me comprendía sino que traducía mis palabras sin dudarlas ni un segundo, porque él no hacía otra cosa que corresponder a mis deseos, porque me sentía tan libre a su lado…

No pretendo que lo entiendas, ni que intentes hacerlo siquiera, ni tu perdón, ni pretendía excusarme, pero si alguna vez me quisiste como creo, si alguna vez me has querido tanto que te dolía, entonces sabrás como me siento y me sacarás de aquí. No puedo soportar ni un segundo más este olor, ni soy capaz de sostener la mirada porque aquí me la han apagado, no puedo sonreír porque parece que han borrado mi sonrisa y aunque me esfuerce no lo consigo, me llaman loca, creen que lo estoy. Si tan solo pudiera verle una vez más, si pudiera estrecharlo entre mis brazos de nuevo y pudiera sentirle otra vez como antes…por favor querido, necesito verle… y aquí en este hospital nadie lo entiende, parece que aquí nadie nunca se ha enamorado, porque sino lo entenderían, lo entenderías. Necesito otro momento con él, sólo un último momento a solas con mi violín.

Mis pequeños escritos

Trazos y retazos, bocetos en palabras que desgranan historias o desahogan el alma. Sin más, aquí estamos.