Querido:
Quizá esto te resulte ya en vano, quizá no quieras ni leer estas líneas, quizá ya has dejado de quererme… No pretendo mandarte estos papeles manchados de excusas débiles y confusas, ni tampoco pretendo hacer que me perdones, sencillamente, después de este tiempo, quiero explicártelo.
Sé que piensas que nunca estuve desatendida por tu parte, y en cierta manera, no lo estuve, no era desatención, pero estaba tan falta de detalles, de mimos, de sorpresas… de sensaciones. La pasión que brotó en nuestros primeros años, y la magia que se había formado con el tiempo alrededor del hogar, ahora, sinceramente, se estaban desvaneciendo tan poco a poco, tan sutilmente, que ni siquiera te diste cuenta de que nuestra historia se había convertido en un sumidero de pasiones.
Y durante mucho tiempo, me sentí tu sombra, me sentí el segundo plano de tu vida, e incluso, de la mía. Era como sobrellevar una vida que pasaba ante mí gélida, lenta y desesperadamente vacía. Pero tú tenías tantas y tantas cosas a las que dedicarles tu tiempo, que conseguiste no verme, no preguntarme, no darte cuenta, de que yo me envolvía cada día en la manta de soledad que tú me regalaste.
Y difícilmente y tras haber perdido toda esperanza de volver a confiar en ese sentimiento, volví a enamorarme. No había sentido nunca el deseo de volver a compartir los momentos más íntimos de mi existencia con otra persona, no quería volver a sufrir por otra historia con un mismo final, no sentía necesidad de ningún tipo por ocultarme bajo la comprensión y el deseo de un hombre, pero a pesar de ello tuve que hacerlo, tuve que enamorarme. Tuve que hacerlo sin remedio y sin reservas, tuve que entregarme a él en cuerpo y alma, porque había conseguido hacerme sentir lo que ni siquiera tú habías logrado, porque él había conseguido hacerme disfrutar como ningún hombre lo había hecho hasta entonces, porque recuperé la confianza en mí misma que daba por perdida desde años atrás, porque con él podía ser lo que quisiera, porque él no sólo me comprendía sino que traducía mis palabras sin dudarlas ni un segundo, porque él no hacía otra cosa que corresponder a mis deseos, porque me sentía tan libre a su lado…
No pretendo que lo entiendas, ni que intentes hacerlo siquiera, ni tu perdón, ni pretendía excusarme, pero si alguna vez me quisiste como creo, si alguna vez me has querido tanto que te dolía, entonces sabrás como me siento y me sacarás de aquí. No puedo soportar ni un segundo más este olor, ni soy capaz de sostener la mirada porque aquí me la han apagado, no puedo sonreír porque parece que han borrado mi sonrisa y aunque me esfuerce no lo consigo, me llaman loca, creen que lo estoy. Si tan solo pudiera verle una vez más, si pudiera estrecharlo entre mis brazos de nuevo y pudiera sentirle otra vez como antes…por favor querido, necesito verle… y aquí en este hospital nadie lo entiende, parece que aquí nadie nunca se ha enamorado, porque sino lo entenderían, lo entenderías. Necesito otro momento con él, sólo un último momento a solas con mi violín.