martes, 24 de abril de 2012

LA CÓMODA DEL SALÓN

La cómoda del salón abarcaba un espacio que en ese momento se me antojaba enorme. El salón parecía un inmenso desierto de ilusiones perdidas y emociones encontradas… Un océano de dudas e incertidumbre se asentaba en mi vida como si alguien lo hubiese invitado… La casa sin él era fría, era grande, era fea… estaba tan vacía… Y la cómoda del salón era tan enorme… Y recordé en ese momento todo lo que insistí para comprarla ¡Era tan bonita!. Quería que cupiesen todas las copas que no llegué a comprar, las vajillas para todos los invitados que no llegaron y los tazones de porcelana para la sopa que nunca hice…

Curioso que ahora todo lo que quedaba en mi vida, era una tristeza profunda, una necesidad imperiosa de salir adelante y una gran cómoda en el salón llena de nada.

martes, 17 de abril de 2012

Tristezas

La pérdida era tan triste y la angustia tan intensa, que hasta el frío que calaba mis huesos me recordaba que ahora estaba sola.

Y en mi cabeza, sólo un pensamiento… ¿y ahora qué?...

martes, 10 de abril de 2012

Improvisaciones...

Ni la vida, ni el amor, ni el desafío. Ni lo bueno, ni la angustia, ni el valor. Ni las horas que se pasan, ni los minutos que vuelan, ni soy yo. Ni el polen, ni la lluvia, ni este aire, ni las hojas que se caen del roble aquel. Ni las nubes que circulan tan a prisa, ni las lágrimas que a veces no se ven. Ni las risas, ni los otros,ni los míos, ni las ganas que me afloran por vivir, es sólo cuando te siento tan cerca, cuando me siento feliz.

martes, 3 de abril de 2012

“Treinta y ocho minutos"

Pensé en mi fascinante vida, en la suerte que había tenido por alcanzar mis metas y cumplir mis sueños. Me vi allí, con el vestido de gala púrpura y la pedrería en el escote, objetivo de todas las miradas, agradeciendo el premio, reconocimiento a toda mi carrera… había llegado mi momento… feliz…

Y la voz que anunciaba mi parada me despertó de mi sueño. Las siete y cuarentaicinco, hora de empezar a trabajar.

Qué maravilloso mundo el de aquel tren, que cada día me deja soñar con mi futuro durante exactamente treinta y ocho minutos.