La cómoda del salón abarcaba un espacio que en ese momento se me antojaba enorme. El salón parecía un inmenso desierto de ilusiones perdidas y emociones encontradas… Un océano de dudas e incertidumbre se asentaba en mi vida como si alguien lo hubiese invitado… La casa sin él era fría, era grande, era fea… estaba tan vacía… Y la cómoda del salón era tan enorme… Y recordé en ese momento todo lo que insistí para comprarla ¡Era tan bonita!. Quería que cupiesen todas las copas que no llegué a comprar, las vajillas para todos los invitados que no llegaron y los tazones de porcelana para la sopa que nunca hice…
Curioso que ahora todo lo que quedaba en mi vida, era una tristeza profunda, una necesidad imperiosa de salir adelante y una gran cómoda en el salón llena de nada.