jueves, 27 de septiembre de 2012

La taza de té

La taza de té humeaba en mi escritorio. Ni el aroma a canela animaba mi estado de ánimo... Miraba aquella taza, tan sola, tan caliente, tan humeante... Ni el mejor sexo que acaba de tener hacía escasamente una hora había conseguido mejorar mi estado anímico... Esta sensación de soledad y miedo me había invadido y calado bien los huesos. De pronto mis pensamientos se congelaron en seco, el ruido de la sirenas desde la calle me entumeció por completo... Una sensación de pánico, remordimiento y a la vez de calma. Ay Arturo... te echo de menos... No tenía que haberte matado.