Por fin una cita.
Ella nerviosa, él sudando.
Se sientan en sus asientos y se miran.
Ella le ofreció unas pipas de su pequeña bolsa.
Él, encantado, a pesar de su gran alergia a la sal, decide
coger unas cuantas aprovechando para rozar sus manos.
Ella sonríe y él se sonroja.
Él se lleva una pipa a la boca fruto de los nervios.
Empieza la peli.
Ella le coge la mano y disfruta tan solo de su tacto.
Él descansa feliz, tras tantos nervios.
Ella le mira.
Él no respira.
Maldita bolsa de pipas.
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